Uno de nuestros objetivos en este viaje era fotografiar la Cascada del Salto Grande, una gran cascada de agua que aunque fotográficamente es de una composición difícil, sabíamos que cerca de ella había otras posibilidades que nos podían ofrecer mejores encuadres.
En la ruta de camino, nos
pudimos encontrar con una llanura de trigo que se movía sinuosamente gracias al
fuerte viendo de la zona, recortando el macizo del Paine que sobresalía de esta
como si quisiera mostrar su protagonismo. Sin pensarlo sacamos trípode y cámara
y nos plantamos con la intención de hacer una fotografía de larga exposición
que dejase el movimiento del trigo desenfocado en primer plano y congelando el
macizo del Paine que sobresalía en su parte superior obteniendo así una imagen
de esta mítica montaña muy diferente a las típicas que estamos acostumbrados a
ver.
Siguiendo el camino y una
vez llegamos a la Cascada del Salto Grande, me afiancé a un pequeño montículo
situado lateralmente para coger una perspectiva algo superior. El fuerte viento
que azotaba la zona me hizo acceder a este agachado y afianzado al suelo,
colocando el trípode a ras de suelo y colgando la mochila de este para que el
peso lo estabilizara. Siendo insuficiente apoyé mi peso sobre este para que no
saliera volando todo, y tuve que esperar a realizar las tomas entre racha y
racha de viento para evitar al máximo la trepidación del trípode y conseguir
así que la fotografía fuese lo más nítida posible.
Seguidamente pase al mirador
donde realice alguna foto de las típicas y desde este partimos un poco
más adelante, encontrándonos un pequeño salto de agua con el macizo al fondo,
sin duda un rincón para perderse varias veces para fotografiar hasta encontrar
las mejores luces. Conseguimos unas magnificas fotografías desde esta zona,
aunque no gratuitamente, ya que seguía azotando un fuerte viento, lo que nos
hacia improvisar cualquier forma de afianzar el trípode al suelo, incluso de
nosotros mismos ya que el fuerte viento en ocasiones nos hacía perder el
equilibrio entre las rocas, por no considerar que entre foto y foto teníamos
que limpiar continuamente las lentes de la cantidad de agua que el viento
levantaba de la cascada y la tiraba contra nosotros y nuestras cámaras
convirtiendo esta tarea en algo muy complicado de realizar y de mucha
paciencia.
Viendo el potencial que este
pequeño salto podía ofrecer, nos acercamos a la cafetería donde partían los
barcos que hacían rutas por la zona, para saber si se podía acceder de alguna
manera al otro lado de la orilla, no consiguiendo ninguna respuesta ya que los
barcos no podían acercarse y el puente antiguo que lo cruzaba ya hace muchos
años que estaba derrumbado. También preguntamos en el camping Pehoé pero la
respuesta fue la misma, por lo que solo nos quedaba la posibilidad de acceder
con una gran caminata desde su parte posterior o cruzando con un kayak cuando
las condiciones del tiempo nos lo permitieran. Lo dejamos para una próxima
estancia.
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